sábado, 19 de abril de 2008

Las modas pasajeras que marcaron mi infancia.

En mi segundo artículo voy a hablar sobre las modas pasajeras. Un breve repaso por todas las modas en las que fuimos cayendo todos, o casi todos, cuando éramos pequeños.
La primera moda pasajera que recuerdo fue la de los chupetes de plástico. Yo era una canija tendría unos 5 o 6 años, y como no, caí en la trampa. Eran unos chupetes pequeñitos de colorines que se colgaban al cuello, no se si todo el mundo los recordará, pero en mi barrio todos los llevábamos. Se coleccionaban compulsivamente y los contábamos a ver quien tenía más o que color nos faltaba.
Durante ese año surgió una amenaza que quiso acabar con aquella moda (probablemente una “leyenda urbana”)que afirmaba que eran cancerígenos.
La siguiente fue la de las cazadoras doradas. Esta yo no la sufrí directamente pero si de manera indirecta, la que cayó fue mi hermana. El año exacto, de este terrible suceso no lo recuerdo, a ver, pensemos iba en 8º de EGB ahora tiene 28, sería allá por el año 1991-1992 ,bueno imaginemos a mi hermana y toda su clase con la misma cazadora ¡vaya panda de frikis! , que ganas de ir uniformadas sin necesidad, ya les llegaba con tener que llevar el mandilón blanco del colegio.
La pandilla de mi hermana también adoptó la moda de las pañoletas en la frente a lo Guns n` Roses, o a lo ¡Tortugas Ninja! según como se mire.



¿Y la manos locas?


Estuvieron presentes en las vidas de todos los niños de los 80 y de los 90.¿Quién no recuerda llegar al colegio y ver a todos nuestros amigos lanzando las manos locas al techo de la clase? Las manos locas de muchos de mis compañeros de clase quedaron en manos de la profesora, pero yo como siempre fui una “santa ”conservé mi mano loca tirándola al techo de mi habitación, con lo que conseguí que durase hasta que se despegó del todo y cayó de manera trágica dejando todo su pegamento en el techo.¡Menos mal que de aquellas era muy bajita para limpiarlo!
Otra moda que nos marcó mucho fue la de los “chinitos de la suerte”¿Quién no los recuerda? con aquella canción “Somos los chinitos de la suerte, los auténticos chinitos de la suerte, tocal madela, tocal madela” Oh!que tiempos aquellos. Para quién no se acuerde, eran unas pulseras con un montón de chinitos colgados ¡vaya tontería! ¿no?, pues yo tenía una.


La siguiente moda que recuerdo ya me pilló más mayor con 11 o 12 años, y fue la llegada de los tamagochis. Todos mis compañeros de clase cuidando del bichito como si fuese una mascota. Yo a esto no le vi la gracia y nunca sentí la necesidad de tener uno. Por lo que ahora puedo decir con orgullo que no fui víctima de las técnicas de persuasión publicitarias que lo anunciaban.


A partir de esta etapa de mi vida, ya no me vi tan influenciada por la publicidad a la hora de tomar decisiones de compra.
También recuerdo que se pusieron de moda unos jerseys con unas rayas en el centro; Sí ,sí, los había en azul, gris y blanco(de esta os acordáis ¿eh?). La verdad ¡ eran horribles! pero todo el mundo los llevaba, es como si los hubieran drogado y obligado a ponérselos.
Con esto a lo que quiero llegar es que está claro que la publicidad tiene una gran influencia en nuestras vidas, pero sobre todo, en la infancia y adolescencia.
No la critico por ello, pues su fin es persuadir al consumidor potencial para que compre el producto, sino ¿Qué sentido tendría su existencia?
Tampoco creo que se deba prohibir la publicidad dirigida a los niños, ya que siempre ha existido y no por ello hemos caído en el consumismo.

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